De la madera a la piedra


Día 17, 27 de julio, Miercoles.


Itinerario:Wroclaw-Jawor-Dresde (Alemania)
Km: 294
Pernocta: Area de Dresde (51º.05677N; 13º74329E)

Mañana encapotada amenazando lluvia. Amenaza que se cumple. Comienza a llover y a veces muy fuerte. La entrada a la zona donde nos encontramos, que ayer era un barrizal, es ahora una charca que va aumentando de tamaño, así que decidimos salir de allí y ponernos sobre cemento. Me acerco a la recepción a pedir la factura que me dijeron que hoy me harían. Pero ni hablan inglés, ni tienen ganas de entenderse conmigo. Me da un vulgar ticket y le digo que necesito al menos que figure mi nombre. Me dice que no, me pide el trozo de papel que me dieron ayer y me ponen el sello. Dejamos el camping “sacudiéndonos el polvo de las sandalias”. Camping caro y malo. Los servicios cutres, incluso con cierto olor a letrinas. Antiguos y sin reformar. La persona que acompaña a cada autocaravana para instalarse, huele a sudor y cerveza, aunque en su favor diré que es la única que parece amable, y para remtar todo esto, es un camping caro.

Baja una persistente y densa lluvia comenzamos a dejar Wroclaw y aunque el navegador esta vez no dice tonterías , las obras se encargan de crear cierta confusión desviándonos y obligándonos a dar alguna que otra vuelta. Recuerdo haber leído a alguien que decía que cruzar Wroclaw no era fácil, lo que confirmo, eso con navegador que si no se tiene...pues como el abuelete alemán.

Ponemos rumbo a Jawor. Una vez más, ninguna señal, ni cualquier otro dato que indique la presencia de esta Iglesia de la Paz, también Patrimonio de la Humanidad. Una vez en la villa aparecen señales pequeñitas y que solo pueden ser vistas en un sentido, que no coincide con el nuestro, así que he decidido pararme, bajarme y leerlas con tranquilidad.

Como la de Swidnica, tampoco tiene aparcamiento y está en medio de un parque. Dejamos la autocaravana en la misma calle a 200 m. El exterior de la iglesia es
similar al de Swidnica: entramado de madera y adobe, color blanco contrastando con las vigas la madera ennegrecida por el paso del tiempo. El campanario es posterior y según las normas, no podría sobrepasar la altura del tejado. Alrededor no hay ningún cementerio.


Su interior de nuevo nos impresiona por su belleza, distinta a la de Swidnica. Es una nave rectangular completamente de madera con cuatro galerías a ambos lados que dan casbida a 6.000 personas. El techo está policromado y en las galerías hay balcones pintados con escenas del antiguo y nuevo testamento, así como escudos de armas de donantes que financiaron el edificio pintadas en tonos suaves que contrastan con el fondo blanco o marfil lo que la da luminosidad y un cierto aire de elegancia. Es también preciosa y aunque se haya visitado la de Swidnica es recomendable visitar ésta ya que ambas, pese a ser muy parecidas, son también distintas interiormente.

Nos preguntan por el idioma, y no tienen en español, de lo que me quejo amargamente. Nos ponen una cinta en inglés de la que entiendo poco o nada y me desconecto para concentrarme en la contemplación y disfrute de su belleza. Subimos a una especie de coro desde el que se tiene una bonita vista de la iglesia en toda su amplitud. Es realmente espectacular, aunque la intensidad de la sorpresa no es como en la Swidnica.



A la salida compramos en una tienda unos bollos-por cierto, estupendos y que llegaron casi a Gerona- y pan, pero cuando estamos abandonando la ciudad localizamos un Intermarché, asi que decidimos gastarnos los ultimos eslotis. Aquí aquilatamos de tal manera que únicamente nos sobraron el equivalente a 20 céntimos de euro. En eso, Angel es un maestro.

Dejamos la iglesia y pusimos rumbo a donde yo pensé que había un magnífico castillo, pero de nuestras preguntas cuando estábamos desorientados dedujimos que estábamos más que desorientados, perdidos, y muy alejados por lo que después de comer decidimos poner rumbo directo a Dresde.


Casi sin darnos cuenta, dejamos Polonia para adentrarnos en Alemania y llegar a una
de las areas para autocaravanas que hay en Dresde. Ésta estaba a orillas del río Elba (51.05677N; 13.74329E) y a tan solo 200 m del centro, que son realmente un poco más de los metros que tiene el puente que cruza el río y nos deja en pleno casco antiguo. El área es todo un lujo y la encontramos sin mayor dificultad. 14 euros 24 horas y 4 euros más si se quiere electricidad. Muy arbolada protegida durante todo el día del sol a dos pasos del centro mismo y de la zona más histórica de la ciudad que justo vemos frente a nosotros, cuando salimos del área.

Y a las 18,00 horas nos disponemos a acercarnos a la ciudad, que frente a nosotros y al otro lado del Elba, se muestra espectacular y monumental. Un lado del área está en una de las anchas y verdes orillas del río donde la gente disfruta sentada tomando el sol, comiendo y haciendo barbacoas. En la orilla opuesta, al otro lado, están los muelles con los barcos y la zona histórica en la que distinguimos perfectamente la magnífica cúpula barroca de la Frauenckirche que domina el horizonte.

Es una ciudad elegante y señorial. Alguien dijo de ella que es un “paisaje urbano obsesivamente reconstruido y símbolo de la crueldad bélica”. Y es que esta ciudad fue duramente castigada por un bombardeo. En una noche la aviación británica dejó caer 7.000 toneladas de bombas destruyendo una de las ciudades de mayor patrimonio cultural de Alemania. La cifra más baja de muertos ronda los 30.000, aunque todavía hay discusión sobre su número real. Con este bombardeo los aliados pretendían desmoralizar a la población, lo que no consiguieron. Esta ciudad era llamada “la Florencia del norte” y su centro monumental es muy compacto.

Ya, antes de cruzar el puente de Augusto, podemos observar la opera del Semper y la catedral, así como la zona amurallada. Nos dirigimos al espectacular edificio semicircular de la ópera, en una abierta y luminosa plaza cerca del Elba, edificio que data del siglo XIX, destruido durante la 2ª guerra mundial y reconstruido exactamente igual y que únicamente podemos ya contemplar desde fuera . Aquí Wagner estrenó Tannhauser y Von Weber dirigió varias veces la orquesta.



Nos adentramos después en el palacio Zwinger, admirando la obra arquitectónica más bella de la ciudad, considerada una de las más importantes construcciones del barroco tardío en Europa. Realmente desde su extenso patio interior, una explanada central por donde no nos cansamos de deambular, podemos admirar todo este hermoso conjunto del que disfrutamos relajadamente desde varios ángulos.




No podemos visitar su interior, en el que dicen se puede pasar un día entero, sobre todo si se quiere visitar su galería de arte. De allí hacia las catedral y el castillo que encontramos igualmente cerrado así como la Frauenckirche, o iglesia de nuestra Señora de cuyo interior tampoco podemos disfrutar.

Pero en nuestro camino podemos admirar el impresionante mural del desfile de los príncipes, el mayor de porcelana del mundo, formado por unos 24.000 azulejos que muestra un desfile de jinetes de un tamaño mayor que el natural. Milagrosamente se salvo del bombardeo de la ciudad y únicamente tuvieron que sustituirse 200 azulejos. Mide 102 metros de largo por 9,5 de alto y una superficie total de 957 m2.



Son las 19 o 19,30 horas y toda la zona que rodea la Frauenckirche es peatonal y la calle que se dirige hacia la muralla se ha convertido en una sucesión de bares y restaurantes llenos de gente que estas horas se dispone a cenar. Distinguimos un par de restaurantes españoles.

Subimos a la zona de las murallas y paseamos por encima de ellas hacia el puente de Augusto.Me apetece un “lody” pero curiosamente los puestos de helados están ya cerrados.

El cruce del puente nos depara un regalo especial: tres globos están siendo inflados y en poco tiempo se elevan sobre las siluetas de la monumental ciudad. Sus vivos colores contrastan con la piedra bañada por el dorado sol poniente. Debe ser todo un lujo poder contemplar esta maravillosa ciudad desde las alturas de un silencioso globo que se desliza a través de un cielo limpio y con la luz de un precioso atardecer de verano. ..

Nos dirigimos ahora hacia Konigstrasse, en el Neustadt, zona residencial al otro lado del río de casas poco elevadas y de varios estilos, desde el barroco al neoclásico. Siempre estuvo a la sombra de la zona monumental del otro lado. Un incendio la destruyó y se reconstruyó en el XVIII creando encantadoras plazas, calles y conjuntos. La estatua ecuestre del Rey polaco Frederick Augusto I, o “el jinete dorado”, - viéndola se entiende el por qué de este sobrenombre- preside la entrada a esta zona, que conserva la arquitectura casi perfecta: edificios bajos, cuidados, elegantes y de una tranquilidad que casi roza el aburrimiento. Alguna terraza que otra en su calles, pero donde parece haber más vida es en los espacios interiores que van de la calle al interior de los edificios. Restaurantes y bares tienen sus terrazas allí. Desembocamos en una plazoletita anterior a la Alberplatz, llena de gente pero tranquila para continuar por otra, ancha, sombreada y también con terrazas aunque no tan llenas de gente y tan bulliciosas como las calles del casco viejo.

De regreso a la cercana área, cenamos y de noche, decidimos asomarnos al cauce del Elba para contemplar esta hermosa ciudad. Al acercarnos oímos lo que parece ser un cine de verano instalado junto a la misma orilla del Elba. Pese a estar a 400 m de nosotros, no se les oye.

Ahora, de noche, la vista de la ciudad es otra distinta e igualmente hermosa. Se dibujan las siluetas de estos señoriales edificios en el horizonte, iluminadas por la luz artificial que se refleja en el Elba. Hay gente disfrutando en silencio de estas mismas vistas. Regresamos a dormir.
Día 18, 28 de julio, jueves.
Itinerario: Dresde-Bad Schonborn

Km: 512

Pernocta: Area de Bad Schonborn (49.21859N; 8.67115E)


Hoy luce un sol luminoso que aviva los colores de esta ciudad. Decidimos visitar la cámara del tesoro del castillo y la Frauenckirche. Bueno, para ser exactos, quiero visitarla yo porque Angel me dice que está ya saturado de palacios, castillos, salas y lujos, así que cuando el reloj marca las 10,20 me quedo en la cola para sacar la entrada. A Angel se le ha olvidado el móvil por lo que decide regresar a buscarlo. Tula nos acompaña hoy. Pero mientras espero observo algo similar a lo que en su día vi cuando esperábamos en la cola para visitar el castillo de Cracovia, pero que aquí, como estamos en Alemania, es mas preciso aun: se marcan las horas de visita y el número de entradas disponibles para cada una, o al menos eso deduzco. Para la visita prevista a las 11h queda solo una y cerca ya de la ventanilla, pienso que es raro que alguien pida tan solo una, pero a tan solo tres personas, esa rareza sale y la siguiente hora es a las 11,30. Por delante tengo una hora de espera, así que decidí irme y visitar la Frauenckirche mientras Angel regresaba.

Esta iglesia es un símbolo de tolerancia y paz y es una de las más importantes construcciones protestantes . Fue destruida en un bombardeo y su cúpula dejó un enorme cráter al desplomarse. Sus ruinas se convirtieron en un monumento contra la guerra y la destrucción. Utilizando elementos rescatados y subvencionado con grandes donativos de otros países, surge la iglesia de nuevo. Es testigo de la celebración de diversos eventos como conciertos, veladas literarias y servicios religiosos. Varias veces al año representantes de la vida pública y científicos son invitados para debatir sobre una cultura de la paz.

Su interior es totalmente circular con el altar en un lado, rodeado de galerías en tres o cuatro plantas que se asoman a este altar. Colores tenues, pastel y dorado. Aunque barroca, no resulta recargada, sino elegante.

Después de que Angel llegara e hiciera la correspondiente visita, regresamos dejando que en la orilla del Elba, Tula saltara, corriera e hiciera distintas cabriolas que llamaron la atención. Y es que cuando se pone así es un espectáculo ya que parece como si tuviera alas o unos muelles en la cuatro patas que la hacen elevarse con una facilidad pasmosa.

Y ahora, definitivamente, iniciamos el regreso. Ayer parecíamos querer dilatar nuestra estancia en Polonia, y posponer el retorno. Este momento tiene siempre un sabor agridulce: por un lado, hasta ahora, todo ha sido según lo previsto, por lo que el sentimiento es de satisfacción y tranquilidad cuando miramos atrás, pero también es el inicio del final y aún tenemos muchos kilómetros por delante lo que ocasiona tristeza y cierta incertidumbre.

Como íbamos con un día de sobra, día que yo siempre dejo para “imprevistos”, nos planteamos darnos un chapuzón en el mar y descansar ese día. El atlántico, por donde pensábamos regresar, no era buen sitio –entre otras cosas, el agua está fría- así que comenzamos a pensar en ir a nuestro sitio favorito: L'Ametlia del Mar, pero nuestra llegada coincidiría con un fin de semana y además, el comienzo de las vacaciones del mes de agosto, por lo que aquello se pondría imposible de gente, así que pensamos en nuestro camping favorito, el Acuarius en Sant Pere Pescador al que no regresábamos desde hacía años. Este camping nos gusta por cumplir casi todos los requisitos: pequeño, tranquilo a cualquier hora del día, parece un jardín, tiene playa prácticamente para él y además, podemos llevar a nuestra compañera Tula. Eso si, es caro, aunque pensamos en pasar el día completo, desde las 10 de la mañana, si es posible hasta las 12 del siguiente. Así que traté de hacer una reserva telefónica explicando donde me encontraba y que dependiendo de si me confirmaban una reserva, tomaría una ruta de regreso (por la Junquera) u otra (por Irún, que para nosotros era más corta además de evitar los terribles embotellamientos que se producen en las autovías francesas) pero me respondieron que no aceptaban reservas telefónicas y se mostró inflexible. La ocupación de este camping es de alemanes en un 90 o 95 % y las normas, si bien son necesarias, también lo es que a veces hay que contemplar alguna excepción. Me gusta la planificación y el orden “alemán”, pero también creo que hay que dejar algún espacio, por pequeño que sea, a la espontaneidad e improvisación, entre otras cosas, porque estamos en España. El hecho es que traiciono un poco mis principios para conseguir pasar un día tranquilo y de descanso en una bonita playa.

Pero vuelvo al relato. Hoy es el día del “destino” a unos 100 kilometros desde Dresde nos sorprende un atasco. Ya empiezo a jurar contra “la Merkel” cuando vemos coches totalmente parados y a nosotros que nos sacan de la autopistas. Con unos prismáticos vemos un camión panza arriba y otro atravesado. Es entonces cuando regresa esa sensación de fragilidad, de que estamos en manos del destino y de que las cosas no dependen de nosotros y ocurren en un segundo, que la vida puede cambiar en ese tiempo. El destino ha querido que nos quedáramos en Dresde dos horas u hora y media y si no lo hubiéramos hecho así, quien sabe si no estaríamos ahora atrapados en este ataco o, peor aún, o nos podría haber tocado de lleno. Y se hace un nudo en el estomago cuando soy consciente una vez mas de nuestra inmensa fragilidad y desprotección y de que hasta la frontera de España, quedan aun 2000 kilometros y 800 mas hasta casa. Casi 3000 kilómetros en total.

Decidimos buscar un area cerca de Heilbronn, en Bad Schonborn, (49.21859N;8.67115E).Le damos las coordenadas y llegamos a la primera. Esta en medio del campo, sin arbolado, con grava y aparentemente sin ningún otro atractivo. Esta cuidadosamente parcelada y un cartel naranja figura en aquellas que están reservadas. A la entrada hay una oficina cerrada. Unos alemanes nos dicen que tenemos que coger un papelito impreso que está en una cajita de plástico pegada a la fachada y poner la fecha, numero de matricula y de parcela y si tenemos o no electricidad. Son 8 euros más 1,5 euros de electricidad. Hay posibilidad de toma de agua bajo pago. El área esta rodeada de edificios de apartamentos de tres alturas y no parece tener mayor interés que paseos en bicicletas, aunque po4 lo que dicen unos franceses en la pagina que llevamos impresa, debe haber unas termas.

Por la noche entablamos una breve conversación con un alemán parlanchín en una mezcla extraña de alemán e inglés y un poco después nos fuimos a descansar.




Alguna imagen más


Jawor

Dresde


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