Adentrándonos en el país

La elegancia renacentista
Dia 8, 18 de julio, lunes.

Itinerario: Varsobia-Lublin-Zamosc-Przeworsk
Km: 371
Pernocta: Camping Przeworsk (50º03’38”N; 22º28’58”E).


Hemos dormido estupendamente. Por la mañana coincidimos con un grupo de tres jóvenes mochileros españoles que terminaban su estancia en el país. Iban hacia el norte y regresaban luego a España. Nos dijeron que no habían tenido ningún problema con los bancos y que habían utilizado siempre uno que tenía un bisonte azul y que luego identificaríamos como el Peskaro. También se acercó un señor de aspecto impecable que paseaba su perro, con el que mantuve una brevísima conversación. Vivía de forma estable en una de las casitas de madera que no tendrían más de 20m. Con cara resignada me dijo que él era feliz.

Dejamos Varsovia por el anillo cruzando el Vístula, y si bien el casco viejo era pequeño, la ciudad es grande, una capital, lo que ayer no me pareció.

Pusimos rumbo a nuestro primer destino de hoy Lublin.
La carretera no es mala, con arcén ancho utilizado en los adelantamientos como carril adicional. Los vehículos en sentido contrario dan por hecho que te retiras al arcén por lo que adelantan sin ningún pudor. El problema puede surgir cuando aparecen las “koleiny” o rodadas de los camiones ya que el modo más seguro de circular es “encajárte” en esas rodadas como si fueran los railes de un tren. Salir de ellas hace que la autocaravana oscile y pierda estabilidad, por que lo cuando era obligada a ello juraba en hebreo. Casi se me quedaban las manos blancas de apretar el volante para que no se moviera de esos “carriles” artificiales.

La carretera discurre por una llanura entre pequeños grupos de casas. Algunas tienen unos impecables jardines con césped y flores, con alguna pista de barminton dibujada en el suelo y con las gallinas paseando y picoteando despreocupadamente junto a la carretera.

Llegamos a Lublin y aparcamos en las coordenadas que algún relato ya anotaba, no recuerdo si en el libro de viaje de Javir Ecar, pero me vinieron genial, ya que era cierto que el aparcamiento estaba en el mismo centro, de hecho, debajo del castillo. Lo que ya no era cierto es que fuera gratuito, aunque los 2,5 eslotis que nos costaron suponían 0,50 €.

Subimos las escaleras hacia el castillo, cuya blanca silueta se recortaba arriba, en un día muy caluroso, pero cuando llegamos estaba cerrado. Lunes no abren -¿a qué me recordaba esto?- Como llevamos un día de adelanto no tenía anotada esta contingencia. Así que nos quedamos decepcionados ya que es el edificio histórico más importante de la ciudad cuya capilla, la de la Santísima Trinidad, está decorada con frescos bizantinos pintados en el XV de los que no pudimos disfrutar.

Nos dirigimos a la plaza del mercado. Es toda una una belleza, alegre, elegante, y una vez más rodeada de bares, cafeterías y restaurantes con sus terrazas donde la gente disfrutaba de un refresco resguardada a la sombra en este caluroso día. Luego perdidos en un laberinto de románticas callejuelas nos dirigimos a la puerta de Cracovia, símbolo de la ciudad, para nuestro enfado, cubierta de andamios, pasando a través de ella para descubrir frente a nosotros la Krakowskie Przedmiescie, la principal calle de la ciudad, elegante ancha y bulliciosa llena de comercios, bares y terrazas con gente paseando o descansando.

De regreso comprobamos el deterioro de algunos edificios que literalmente se caían a cachos, y es que esta ciudad necesita un buen repaso sobre todo en los alrededores de plaza del mercado. Desde que en 1954 se renovara la ciudad para conmemorar el décimo aniversario del Comité comunista de Lublin, parece que no se la ha vuelto a “tocar”.

De aquí fuimos a un mercadillo que estaba al otro lado de la plaza donde habíamos aparcado. El lugar resultó curioso: cada calle, que eran callejuelas formadas por los distintos quioscos, estaba dedicada a la venta de algún producto en especial: una de zapatos, otra de ropa, otra de fruta y verdura, otra de otros alimentos... Compramos pan y un trozo de pastel que resultó delicioso, eso sí, para los que no son escrupulosos porque todos los expositores de los puestos donde vendían algún tipo de dulces estaban llenos por dentro de abejitas afanosas. A mi sí que me dan asco las moscas, pero las abejitas....en todo caso, como decía una antigua compañera, más me producen cierta desazón estas sociedades donde el individuo por sí solo no existe, y que se pasan todo el día trabajando sin parar sin plantearse que su existencia vaya más allá que producir y producir.

También compramos una especie de salchicha-salchichón que había que cocinar y que estaba buena aunque algo grasienta, y por último, unas picotas. Y sobre las picotas de la “Europa del este” debería haber literatura al respecto, porque no son dulces, si no agrias. Ya me pasó el año pasado en Budapest cuando compré unas pocas en el mercado central, y ahora se ha vuelto a repetir, lo mismo que con unos melocotones con una pinta estupenda que compre en Kornic. A parte de no gustarme (el año pasado después de la primera no pude con más y éste voy por el mismo camino) mi cerebro no puede procesar que algo con un aspecto idéntico a la picota española y que yo asocio con algo dulce y exquisito, sea agrio. Creo que a partir de ahora únicamente comeré peras y manzanas, con mis sempiternos melones españoles de los que salgo siempre de España con casi media docena.

Pusimos rumbo a lo que en principio iba a ser nuestro destino por hoy, Zamec, Patrimonio de la humanidad.

Durante el camino fui reflexionando sobre como un régimen comunista, cuya teoría es estupenda, puede cargarse un país e impedir su evolución y crecimiento económico. Y el mejor ejemplo lo tuvimos en Berlin, y ahora lo vemos en Polonia donde hace 20 años, cuando cayó la dictadura comunista, mucha gente salió a buscar trabajo fuera de sus fronteras. Este régimen había dejado un país empobrecido cuando lo que vemos es agua, mucha agua, que es signo inequívoco de riqueza, y muchas tierras fértiles y fáciles de trabajar ya que la llanura se extiende hasta donde alcanza nuestra vista. Nada parecido a regiones pobres de España donde se cultivaba en cualquier lugar, por inaccesible y seco que fuera. Quizás haya sido por que este tipo de regímenes totalitarios ha olvidado la individualidad de cada uno, que la propiedad privada es intrínseca al ser humano y que derechos como el de expresión, el de culto o para ser mas generales, el de la libertad en toda su extensión, son básicos y sobre éstos se sustenta cualquier intento de desarrollo social.

Pero seguro que los ha habido y los hay más sesudos que yo y mejor formados e informados que hayan estudiado y elaborado sus propias conclusiones al respecto, por lo que dejé estas elucubraciones para sumergirme en los paisajes que se sucedían, con mucha paciencia ya que Angel era más respetuoso que yo con las limitaciones de velocidad; y es que circular por estas carreteras es un ejercicio de paciencia ya que la mayoría de las veces la velocidad estaba limitada a 70. Pero lo más normal es salir de una población para entrar en otra, donde la velocidad está limitada a 50 y, como no, con radares y cámaras. Eso cuando no hay “koleiny”. Aunque todo hay que decirlo. Hoy, no hemos disfrutado de la visión de animalitos aplastados en la carretera y es que hasta ahora, hemos visto muchos, y no debe de existir la recogida de animales muertos, ya que, una vez atropellados, éstos poco a poco entran a formar parte del asfalto, incluso en medio de poblaciones.

Y llegamos a Zamosz y nos dirigimos a un aparcamiento donde leí que se podía pernoctar, pero nos pareció más cercano al centro otro anterior por lo que dimos la vuelta. Nos espera a la puerta el cobrador del aparcamiento. Aquí el estacionamiento está limitado a una hora. Realmente estos trabajadores son efectivos porque no se les cuela nadie y encima, son puestos de trabajo.

Zamosz es una de las ciudades renacentistas mejor conservadas de Europa y declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Se construyó según el esquema italiano de la ciudad ideal y los trabajos se prolongaron durante más de 10 años.A escasos 100 m por una rectilínea calle llegamos a la plaza, la Rynek Wielky un cuadrado perfecto de 100 m de lado rematado con la torre del ayuntamiento de 52 metros de altura. Accedimos por la parte trasera, junto al Ayuntamiento, por lo que lo primero que hicimos fue subir las escaleras de este edificio para disfrutar de la vista de la plaza en toda su amplitud. Es magnífica.

Pese a que los edificios se construyeron según un criterio unificado, un grupo situado en la parte derecha del ayuntamiento y que al parecer son casas armenias, presentan una exuberante decoración. En el centro, el edificio del ayuntamiento con una escalera en forma de abanico. Me recordaba a una plaza que vimos en una ciudad de Chequia.

Rodeamos toda la plaza para disfrutar de su vista desde distintos ángulos. Luego nos dirigimos a la catedral donde lo más destacable resultó ser un curioso grupo de tres hombres maduros que como hace 30 años, rezaban el rosario murmurando una letanía monótona e interminable. Aunque, sinceramente en España, nunca había visto un grupo formado exclusivamente por hombres.

De aquí a las fortificaciones que rodean la ciudad y que la permitieron resistir un asedio cosaco y el denominado “Diluvio” sueco del XVII.

Aunque pensabamos quedarnos aquí a pasar la noche, el aparcamiento sugerido no nos gustaba. Estaba fuera del casco con un bar o restaurante próximo, con su consiguiente clientela y posibles molestias , así que decidimos buscar un sitio mejor.

En el plano de camping de la oficina de turismo polaca, figuraba uno aquí, pero eran tan solo las 17,30, por lo que, consultando de nuevo el mapa, vimos que 130 km más adelante, es decir unas dos horas después, había otro y decidimos avanzar en su busca.

La carretera se adentró primero en un bosque cerrado de altos pinos por donde no pasaba apenas la luz. El firme era muy malo, deformado sin poder subir la velocidad de 70km/h. Dejamos atrás esta especie de “mancha de bosque” para entrar en una llanura en la que cultiban tabaco. El paisaje ha cambiado, es más verde y los pueblos son muy bonitos. Todas las casas tienen un jardín alrededor y se alinean a lo largo de la carretera. Las entradas a las casas son una especie de camino con losas por donde van las ruedas del coche y verde en el centro. Las vallas son bajas, por lo que da una gran sensación de amplitud. El verde está muy cuidado y lo cortan incluso en la misma cuneta.

El tom tom nos lleva por carreteras secundarias, de tamaño más bien justo y firme con muchos remiendos, lo que hace que nos sintamos como dentro de una coctelera. Pero pudimos comprobar que el estado del firme no guardaba relación con la categoría de la carretera ya que hemos encontrado secundarias con un firme estupendo. El camino se nos hace largo pero dimos con el camping en Przeworsk, a 20 km de Lancut (50º03’38”N; 22º28’58”E). Las señales de éstos solo aparecen cuando están prácticamente en la puerta, por lo que las coordenadas o dirección se hacen necesarios.

El camping es pequeño, pero sorprendentemente bonito y cuidado hasta el detalle. El edificio de recepción está hecho en una antigua casa de madera. El restaurante, en lo que en su día fueron las cuadras. Es un cuadrado con un espacio central de bancos y mesas de madera y otras en un lateral. En la recepción hablan un buen inglés. Hay una caravana holandesa y una autocaravana francesa y nos instalamos junto a ellas sobre un precioso verde. Nos acercamos al restaurante, y me asomo al interior. Está muy cuidado hasta el más pequeño detalle: flores en cada mesa, velas y mucha tranquilidad. No tienen la carta fuera así que la pido y echando unos cálculos por encima, una cena a la carta, unos 10-12 euros por persona. Así que me dí el capricho.

Eran las 20,30 y cerraban a las 22, por lo que decidimos darnos la ducha después. Comimos una deliciosa y original ensalada para los dos, más que de sobra porque era muy generosa, muy bien presentada. Despues Angel un pescado y yo una carne al estilo polaco. Deliciosa también e igualmente muy bien cuidada la presentación. Añadieron una especie de pequeña entremesera
con diferentes tipos de verduras: zanahoria, pepino, remolacha…condimentados de una forma especial que me resultó exquisita. El postre, decidimos que uno para los dos porque nos habíamos puesto ciegos, -y somos de “buen comer”- y que estaba también de lujo: una especie de tarta de manzana caliente con bolas de “lodis” (helado) a cual mejor. Y siguiendo la tónica de una cuidada presentación. Con una cerveza y agua fueron 87,50 chipiliguanes, 22 euros los dos. Eso sí, un poco lentos al principio, aunque trajeron todos los platos a la vez.

Después de disfrutar de esta deliciosa cena y darnos una ducha, nos fuimos a la cama. Un camping totalmente recomendable por su tranquilidad, sus cuidadas instalaciones, su restaurante y su esmerada atención.


De la elegancia palaciega a la sencillez de la madera


Dia 9, 19 de julio, martes

Itinerario: 
Przeworsk-Lancut-Blizne-Sanok-Lesko
Km: 139
Pernocta: 
Lesko


Nos hemos levantado tarde. Cerca de las 9. Durante la noche ha llovido. Angel se había dejado sus playeras fuera y están totalmente encharcadas. ¿Qué habrá pasado con la media docena de enormes bragas de “cuello vuelto” que la holandesa tenía tendidas en la parte trasera de su caravana? ¿Se habrá quedado sin ropa interior? Seguro que siendo de donde es, estaba en sus previsiones.

Después de cargar agua, descargar y limpiar wc, salimos en dirección a Lancut, parando antes en un lidl.

Nos impresiona ver a una joven muy atractiva con una gran cicatriz a lo largo de la pierna, pidiendo limosna de rodillas en la puerta. Dentro, hay una zona especial para bebidas alcohólicas, atendida por una persona distinta a las cajeras habituales. La variedad de éstas, de colores y tamaños es impresionante. Y todo parece principalmente alcohol de quemar.

Continuamos hasta Lancut. El palacio lo encontramos de nuevo por intuición, cualidad muy necesaria en este país. La señalización es inexistente, escasa y cuando la hay, muchas veces confusa. Dejamos la autocaravana junto a la tapia de los jardines del palacio, pero justo en el lado contrario de la entrada principal. Comprobaríamos después que frente a esta entrada principal no había aparcamientos por lo que nos alegramos de haber estacionado aquí.

Y aquí comenzó nuestra peculiar “peregrinación” en busca de la entrada. Frente a lo que supusimos que sería la entrada al palacio, no había nada, así que un señor nos indicó una dirección. Encontramos la caja a unos 300 metros de la entrada principal, al lado derecho y cruzando una calle. Una vez allí, una vez más, no hablan inglés. Consigo comprender su pregunta de si queriamos visitar solo el palacio o también el museo de carruajes. Le respondo que ambas cosas. Ahora pretende despacharme pero pregunto por la situación del edificio donde se encuentran los carruajes. No consigue que la entienda, así que la pido un plano y me vende un folleto en inglés con un plano ridículo que no me aclara nada. Le sigo pidiendo información pero no consigue que la comprenda, y mira que me esfuerzo y soy muy imaginativa. Angel me dice que hay cola y le contesto enfadada que me da igual, que esto no es presentable. Han conseguido irritarme, sobre todo cuando una vez dejada la taquilla con mis energías casi agotadas por tratar de entenderla, tengo que buscar la entrada del palacio. Asi que mi “venganza” consiste en saltarme la prohibición de hacer fotos. Me inflo, claro que con discreción, tampoco es cuestión de tocar las narices innecesariamente. La visita se hace sin guía. A Angel le ponen patines en los pies, pero a mi no. Todo esto después de un interminable discurso en polaco sobre la necesidad o no del uso de las pantuflas. Hay que ver lo que hablan y no se les entiende nada, únicamente conseguimos comprender “pantuflas”.

El palacio es una sucesión de elegantes salas que conservan el mobiliario de la época así como cuartos de baño en colores amarillo o rosa. En la sala de baile hay una pianista en su ensayo general ya que esa misma noche hay un concierto. La acústica es estupenda, ella excelente y el piano, un petrof ¿qué más se puede pedir? Así que nos sentamos a escucharla durante unos minutos. Ella se deja abducir por su música al igual que nosotros, seducidos por ella y por todo lo que nos rodea. Es un momento mágico roto unicamente por la presencia de un grupo de turistas que irrumpe en la sala.

A un lado de ésta, un curioso y coqueto teatro cortesano construido en el XIX aunque ha sido modificado varias veces. Finalizamos nuestra visita en los baños que tienen una original forma de distinguir los sexos: un círculo, dedujimos, para los aseos femeninos, y un triángulo para los masculinos. Acertamos.

Después nos encaminamos al edificio que alberga un impresionante museo de carruajes de todo tipo y tamaño, desde un impresionante coche fúnebre, hasta carrozas, carros abiertos y trineos así como un cuidado guardanés que haría las delicias de cualquier cuadra y que admiré por tener relación con uno de mis hobies, los caballos. Aquí se expone la mayor colección de carruajes de Polonia, con 120 modelos diferentes. Lo que resulta más llamativo de este lugar es que todos estos carruajes fueron propiedad de los dueños del palacio. Desde luego la variedad ponía difícil la elección, excepto en el caso del coche fúnebre













Alguna imagen más


Zamosc



Lancut



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